Así escribió Kiara:
Cierto día, la tortuga Valentina
salió a pasear
pero vino la pata
que se llama Rita
y se chocaron
cerca de la
esquina. Se levantaron
y se pidieron
disculpas y cada
una siguió su camino.
Después Rita se
acostó a dormir y soñó
con los zapatos rosa
brillante de Valentina. Fue
a visitar a
su casa a la tortuga a quien
le propuso intercambiar los
zapatos.
Entonces ambas
acordaron cambiar los
zapatos pero le quedaron
apretados a Valentina.
Pero a Rita se le
salían los tacones porque le quedaron
grandes. Entonces se dieron cuenta que cada una
debe usar sus cosas y no hay que
envidiar lo que tienen los demás. Las nuestras pueden ser tan lindas como
otras.
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